Un verdadero paraíso en la comuna de Cañete es el Parque Hernán Anguita Gajardo, un extenso terreno que fuera donado a la Ilustre Municipalidad de Cañete por parte del fallecido vecino. Hoy, luego de 6 años de trámites inconclusos, es evidente el riesgo de pérdida del terreno a manos de privados, coartando la posibilidad de que la comunidad libremente aproveche sus terrenos para el desarrollo de actividades tanto deportivas, culturales, etc.
"Salvemos el Fundo Anique".
Por Clímaco Hermosilla Silva.
El Fundo Anique es una de las más antiguas propiedades agrícolas de Cañete . El año 1876, don Nicanor, don Fidel, doña Mercedes, doña Isabel y doña Rosario Hermosilla, ante el Gobernador del Departamento, don Estanislao del Canto, y el Notario y Conservador, don José Estevan de la Barra, compran el fundo Anique, en $450, a la indígena María Alián. La Notaría de la ciudad había comenzado a funcionar ese año de 1876 y, en su primer libro de Registros de Compraventas, se hace mención a este fundo. En el sector de Caillín, los primeros colonos de Cañete dan como límites de sus propiedades “las ruinas de un molino abandonado”, los terrenos “de los Perquines” y Anique, de propiedad de “los Hermosillas”, familia de Arauco, avecindada en la zona. Posteriormente, este fundo aparece como de propiedad de la testamentaria de Luis Hermosilla.
En 1879, don Ramón de la Rosa Zuñiga, miembro de una de las más antiguas familias cañetinas (ya viven los Zúñiga en las ruinas del Fuerte Tucapel y en sus terrenos de Caillín y Llinquehue en las primeras décadas del siglo XIX) compra otro retazo de terreno en Caillín, en $300, a don Apolonio Méndez. Esta propiedad limita “al norte con terrenos de Pedro Etchepare, al sur con los Hermosillas i terrenos fiscales, al oriente con propiedades de Francisco Méndez Urrejola i Toribio Neira i al poniente con Pedro Etchepare …”
En 1885, don Francisco Méndez Urrejola arrienda cinco mil cuadras “de la parte mejor i más poblada de la Hacienda Caicupil” a su empleado don Fidel Cáceres Jaque, quien se desempeñaba hasta la fecha como administrador de la misma. Los límites generales de la Hacienda son: “por el norte, los terrenos de los Avellos; por el este, el Fundo Palo Botado del mismo Méndez Urrejola; por el sur la Hacienda El Natri i Huilquehue, de don Estevan Iriarte; i por el poniente, los terrenos de los Etechepares, de los Zúñigas i los Hermosillas”.
En años posteriores, los terrenos de Anique pasan a formar parte de la Hacienda Caicupil, que había sido comprada por don Fidel Cáceres Jaque. Este, la hereda a su hijo, don Eudocio Cáceres Osses, el que la hereda a su vez, a sus hijos don Eudocio y doña Olga Cáceres Salamanca.
El 23 de octubre de 1941, el Fundo Anique es vendido por los hermanos Cáceres Salamanca a la sucesión de don Miguel Montory Dithurbide.
En la partición de los bienes de la Sucesión Montory, el fundo Anique queda en propiedad del hijo de este, don Miguel Montory Athens, casado con doña Luisa Lafontaine Dolhatz.
Don Miguel fallece en 1959. En 1963, la viuda de don Miguel y su hijo Rolando Montory Lafontaine venden el fundo Anique a don Hernán Anguita Gajardo, quien había regresado a Cañete después de trabajar y jubilar en el Banco del Estado, en Santiago.
Don Hernán Anguita Gajardo, por el lado materno, pertenecía a una muy antigua familia cañetina, llegada en los años de la refundación de la ciudad (1868) desde Rafael, en la provincia de Concepción e integrada por los hermanos Ezequiel y Félix Gajardo Canales. Don Félix adquiere las tierras de Paicaví Chico (“La Isla de Paicaví”), donde se instala con su esposa, doña Clorinda Sanhueza Reyes y sus hijos. Una hija de este matrimonio, Clorinda Gajardo Sanhueza, se casa con don Hermójenes Anguita Contreras y son los padres de Gabriela, Francisco, María y Hernán Anguita Gajardo.
Don Hernán (conocido por todo el mundo como don Nancho) era una persona muy interesada en las tradiciones campesinas de la zona. Él recopiló centenares de canciones populares (interpretadas por las últimas “cantoras” de la ciudad y los campos cercanos a ella, las que hizo llegar, como donación, a la Radio Universidad de Concepción. Fue también don Nancho un gran aficionado al rodeo chileno y llegó a ser una de las personas que más sabía esta disciplina y de la crianza de caballos chilenos en el país. Tuvo un Criadero de Caballos chilenos que produjo notables especímenes que se distinguieron en los rodeos nacionales. Fue por muchos años un respetado dirigente de la Asociación del Rodeo Chileno.
Como agricultor,
don Nancho se distinguió por su respeto por la naturaleza y el medioambiente. Fue un acérrimo enemigo del uso de los pesticidas y de la labranza del terreno. Dedicó sus tierras al pastoreo y crianza de animales vacunos. Defendió entusiastamente el método de
“cero labranza”.
Su cariño por nuestra ciudad lo
llevó a donar a la Municipalidad de Cañete cerca de ochenta hectáreas de
su fundo, las que deberían ser dedicadas a un Parque para la ciudad, el
que debería conservar sus especies nativas. Desgraciadamente, esta
donación notarial nunca fue inscrita por los interesados y hoy día existe el claro peligro de perderla.
Las doscientas hectáreas restantes del fundo Anique fueron vendidas a la CONADI.
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