El sacerdote
Luis Mansilla, destinado a la misión de
Santa Rosa de Tucapel, transitaba al igual que muchos otros religiosos por este trayecto. El consigna esos altos cordilleranos como
"aquellos solitarios sitios, en donde todo es alegre, pintoresco y encantador". Ademas describen las alturas de Nahuelbuta como un gran punto de confluencia con la naturaleza donde los árboles que se asemejan a paraguas (araucarias) se elevan en lo alto y se adornan con la típica
barba blanca.
Por otro lado el señor Ignacio Domeyko declamaba las siguientes palabras:
"En la cima horizontal del árbol donde maduran los piñones, el verdadero pan de los indios, que la naturaleza, prodigo en extremo, suministra a estos pueblos".
En estos trayectos era habitual pasar por El Chacay, donde Don Fidel Cáceres poseía un aserradero de raulí, en este lugar descansaban y seguían camino abajo en las quebradas de Pillin-Pilli. Los habituales viajes desde Angol a Cañete y viceversa se resumían en largos trayectos, acompañados de caballos, que habitualmente se realizan entre las tres de la mañana y las dos de la tarde.
"...Desde allí se divisa la ciudad de Cañete, como si fuera un montón de tejas sobre aquella planicie, atendida la distancia que se encuentra a la vista del espectador. Tambien se ve en lontananza, la isla de la Mocha al sur poniente, y de la fundación de Lota el humo que sale de las chimeneas..."Extractos: Las Misiones Franciscanas de La Araucania, Luis Mansilla
Agrupacion Cultural ARTIS, Cañete
En 1881 inició su apostolado de conversión de indígenas. Fue un período de doce años en que manifestó una profunda unción redentora: estuvo tres años como procurador de misiones en Angol; fundó la misión de Cholchol (1888),
"en pleno campo indígena, desafiando las inclemencias del tiempo, la soledad de las montañas y el aspecto feroz del indómito araucano" (Figueroa, 1931: 174-175); y de la de
Cañete (1890). Pero su ministerio no se agotaba en la erección y administración de obras apostólicas: realizó una gira por las reducciones de Pellamenco, Trintre, Cancura, Mininco, Lumaco, Purén, Quidico,
Caicupil, Castringue, Piuchén, Galvarino, Ñielol, Champulli y Carahue, situadas en las provincias de Arauco y Cautín. Su perpetua actividad y diligencia lo llevó a efectuar innúmeros bautismos y matrimonios. Se adentró en los parajes más agrestes de la geografía aborigen, sin hacer repudio de la vocación que lo impulsaba a ello, y trajo la palabra de Dios a quienes creyó debían recibirla en sus corazones:
todos.
Fuentes:
- Pablo Quintana Villanueva, Bachiller en Humanidades y Ciencias Sociales. Estudiante de Periodismo.
- Figueroa, Virgilio (1931). Diccionario Histórico, Biográfico y Bibliográfico de Chile. Santiago de Chile.