sábado, 29 de julio de 2017

50 años de la Reforma Agraria: El proceso que transformó Cayucupil


La Reforma Agraria es el proceso más importante de acuerdo al manejo del territorio agrícola nacional, lo que transformó el campo chileno para siempre.

Inicios de un pueblo

A partir de 1853, la entrega de terrenos de Cayucupil por parte de líderes mapuche y sucesivos traspasos de los fundos que conformaban el valle, obligaron a constantes cambios de dueños hasta 1908, cuando Elena Méndez vende la totalidad de la hacienda a Fidel Cáceres.

Con el pasar de los años, con el terreno ya subdividido en fundos, los herederos de Cáceres mantendrán dominio sobre del fundo Caicupil. Mientras que la familia vascofrancesa Montory adquiere los fundos Santa Elena y Maquehua. Por otro lado, Martin Cigarroa controlaba gran parte de los fundos Pulebu y Puchacay.

Llega la reforma

En 1962 se inicia el proceso, pero a mediados de julio de 1967 entraron en vigor dos nuevas leyes que desencadenaron el proceso de Reforma Agraria de forma definitiva: la Ley 16.640 y la Ley de Sindicalización Campesina 16.625. Esta situación comenzó con cambios radicales en el entorno campesino, en el que Cayucupil no estuvo ausente.

A consecuencia de la reforma eran muy fuertes los rumores que los fundos del valle de Cayucupil serían tomados a la fuerza por campesinos sin tierra de diferentes lugares del país.

Esta situación preocupaba mucho a las familias Montory y Cáceres, ya que en los sectores altos de la cordillera ya se habían producido escaramuzas entre campesinos y dueños de fundos, incluso con enfrentamientos con carabineros y desalojos. Esto aceleró los procesos de venta de parte de los principales fundos del sector: Santa Elena, perteneciente a la familia Montory, y Caicupil, propiedad de la familia Cáceres. Ambas familias mantenían una relación amigable con gran parte de los inquilinos, lo que hacía factible una venta en los términos de la reforma.

Así lo principales beneficiados de esta venta serían campesinos que vivían como inquilinos en el sector y que en su mayoría provenían de los sectores altos de la cordillera, lugar donde no habían podido expropiar los terrenos que ocupaban, dado que la tierra era netamente forestal, por lo que debieron comenzar a bajar al valle. Otro de los acelerantes de este proceso fue la disolución de empresas forestales, tales como BIMA, tras la prohibición de la tala de la araucaria.

En un principio, los campesinos comenzaron con la creación de una Cooperativa Campesina en 1965, la que tuvo a su alero a la Compañía Ganadera, creada en el Fundo Santa Elena, y la Empresa Porcina, con asociados principalmente del Fundo Caicupil.

Esta Cooperativa no estuvo exenta de complicaciones, dado que existían desacuerdos entre algunos campesinos con las subdivisiones, esto principalmente en la empresa porcina correspondiente al Fundo Caicupil, ya que solo seis beneficiarios se quedarían con cerca de 300 hectáreas.

Tras el problema de la empresa porcina, que no prosperó definitivamente, la compañía ganadera Santa Elena – Cayucupil, tomó las riendas del asunto, y comenzó con el proceso de compra a la familia Montory. Esta agrupación de campesinos estaba conformada por Juan Ávila, José Barrientos, Justo Cáceres, Ramón Cáceres, Segundo Hinojosa, Gabino Medina, Olegario Méndez, Ruperto Molina, Eulogio Neira, Isidoro Salazar, Dorilo Sáez, José Sáez y Fernando Sanhueza.

Así, los socios la compañía Santa Elena – Cayucupil pactaron una compra con un plazo de 10 años. Algunos de los integrantes propusieron acelerar este proceso, llegando a pagar el terreno en solo 3 años, mediante la cancelación de dos cuotas. Esto permitió a los socios a recibir 13,7 hectáreas a elección.

Esto despertó la suspicacia del concejo administrativo de la Cooperativa quienes estudiaron rematar estos terrenos, pues alegaban que la empresa Santa Elena les debía dinero. Finalmente, se aclaró que no existía tal deuda y se continuo el proceso de mensura de los terrenos.

Posteriormente los vecinos de Santa Elena, también donaron una porción de terreno para una cancha de fútbol, para el club deportivo local existente desde la década de los treinta, y para un colegio, que solo contaba con un rústico galpón y que con los años se transformaría en internado.

El rol de las comunidades mapuche

La llegada del winka a Cayucupil era indiferente para varias comunidades mapuche, ya que no se contraponen, en un principio, a los intereses locales. Inclusive muchos de los integrantes de estas comunidades tenían trabajo en los distintos fundos del valle.

Esta convivencia amigable cambió con los años, ya que estas comunidades comenzaron a sufrir por la constante reducción de sus espacios. Por ejemplo, en 1963 las comunidades Pablo Huenuan y Eugenio Quetra reclamaban usurpación de parte de sus terrenos. Esto acrecentó el descontento de las comunidades que a principios de siglo habían sido divididas por la comisión de radicación indígena.

De esta forma, con la Reforma Agraria, el pueblo mapuche tenía una gran oportunidad de recuperar parte de lo que reclamaban como suyo, por ejemplo, logrando expropiar terrenos principalmente en Pulebu, pertenecientes a la familia Cigarroa y Etchepare.

A partir de 1968 algunas de las comunidades mapuche lograron tener reconocimiento real de su terreno, algunas de ellas fueron Pedro Melita, Juan Lepillán, Ignacio Lepillán, Pablo Huenuan y Juan Paillañir. Todas ellas registraban problemas de delimitación de terrenos desde antes del comienzo de la reforma agraria.

La contrareforma

Con la llegada del gobierno militar en 1973, la Reforma Agraria llegó a su fin y se comenzó el proceso de contrareforma, que incluía la restitución de algunos terrenos a sus antiguos dueños y la entrega a nuevos capitalistas. Además, se realizaron nuevas parcelaciones en los sectores de Pulebu, San Antonio y Tres Sauces.

En Cayucupil, como los terrenos no habían sido tomados a la fuerza, sino más bien mediante negociaciones y pagos en regla, no se hicieron grandes cambios y se respetó el derecho de quienes se establecieron.

Inclusive, dirigentes de Cayucupil tuvieron participación en los consejos de desarrollo comunal, CODECO, lo que por fin daba a los habitantes de la localidad representatividad en el municipio local.

1 comentario:

Enrique dijo...

Fabian, te has preguntado cuantos socios quedan vivos de Esta agrupación de campesinos estaba conformada por Juan Ávila, José Barrientos, Justo Cáceres, Ramón Cáceres, Segundo Hinojosa, Gabino Medina, Olegario Méndez, Ruperto Molina, Eulogio Neira, Isidoro Salazar, Dorilo Sáez, José Sáez y Fernando Sanhueza.
Averigua cuantos quedan vivos, uno de los ultimo que falleció(05/08/16 fue don Dorilo Sáez N.-