Monitoreando las plantaciones industriales en el Río Butamalal—Reyes (izquierda), residente local familia Estrada (al centro) y Manuel Maribur (derecha). Foto de James Blair |
El 9 de agosto se celebró el Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que señala la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como reconocimiento a los más de 370 millones de Pueblos Indígenas cuya diversidad cultural, y sistemas políticos y económicos se encuentran repartidos a lo largo de 90 países.
Las industrias extractivas continúan socavando la soberanía indígena mediante la invasión de territorios ancestrales, el robo de tierras, y la sobreexplotación de los recursos naturales. Como resultado de esto, muchos pueblos indígenas han sido forzados a migrar, moverse y desplazarse. Sin embargo, la planeación para la conservación comunitaria que se centra en el conocimiento y ciencia indígenas—también conocido como Conocimiento Ecológico Tradicional (TEK por sus siglas en inglés)— ha probado ser un método especialmente efectivo para proteger paisajes ecológicos intactos. De acuerdo con un estudio reciente, “28,1% de la superficie de las tierras del mundo es propiedad o es manejada por los Pueblos Indígenas.” En las Montañas de Nahuelbuta, en lo que ahora es Chile, las comunidades Indígenas Mapuche ofrecen esperanzadoras lecciones para la restauración de bosques nativos y protección de los ríos, basadas en su histórica y profunda relación con el ambiente local.
El Estado de Chile y el Reino Mapuche: un conflicto constante
Las tensiones entre el gobierno de Chile y el reino Mapuche de Araucanía y Patagonia han estado latentes durante más de un siglo. Ininterrumpidamente, administraciones en Chile han utilizado la “Ley Antiterrorista” como una justificación para ejecutar violentos ataques policiacos en las comunidades Mapuche, detener a prisioneros políticos y separar familias, lo que ha llevado a que Amnistía Internacional denuncie violaciones a los derechos humanos. La principal fuente de discrepancia es la oposición de las comunidades Mapuche a la creciente intensificación y expansión de la industria forestal.
Mientras que la disputa sobre la deforestación y la sustitución de árboles nativos por plantaciones de monocultivo en el territorio Mapuche ha generado un espectáculo mediático a nivel nacional e internacional, la aprobación de una series de proyectos de centrales de pasada en los ríos se ha mantenido fuera de la luz pública, a pesar de la ferviente resistencia local.
Recientemente visité sitios, junto con los líderes Mapuche y los residentes locales cuyos ríos están amenazados por las propuestas de proyectos hidroeléctricos, en las montañas costeras de Nahuelbuta (que significa “el gran jaguar” en la lengua Mapudungun). Nahuelbuta está localizada en la provincia de Arauco, el corazón del sector forestal de la región de Bío Bío. Mientras que los movimientos ambientales comunitarios en Patagonia han ganado importantes protecciones contra las grandes represas hidroeléctricas, este rincón marginado del Cono Sur ha sido prácticamente devastado por la industria y permanece vulnerable.
Restauración de bosques nativos y protección de ríos en Nahuelbuta
Al conducir desde Santiago, la ciudad capital de Chile, hacia el sur a las montañas Nahuelbuta el paisaje cambia dramáticamente—de un crecimiento urbano a viñedos, huertos, estaciones de energía de carbón, plantas procesadoras de pulpas y bosques nativos claramente delimitados—antes de finalmente internarnos en cultivos de monocultivos de pinos o eucaliptos. Estas vastas extensiones de bosque maderable dan a los ingenuos visitantes la impresión de estar en América del Norte o Australia, más que en América del Sur. Estos árboles asfixian al bosque intacto; y crecen al borde de la carretera, lo que causa un grave peligro cuando ocurren incendios forestales. Las plantaciones son principalmente propiedad de Arauco, una compañía maderera nacional, que es la principal proveedora de empleos en la relativamente empobrecida provincia que lleva el mismo nombre.
La sed de Arauco por la fibra llevó a la compañía a cambiar recientemente las plantaciones de árboles de pino a eucalipto. De acuerdo con el ecologista Bernardo Reyes, coordinador de las organizaciones “Ética en los Bosques y Fundación Nahuelbuta” (nota: Bernardo también es consultor para NRDC), una plantación típica de pino puede ser aprovechada después de 20 ó 30 años. Una plantación joven provee fibra mientras que una más madura sirve para madera. Las plantaciones de eucalipto, con índices de crecimiento más rápidos pueden ser aprovechadas después de 8 a 14 años. Además, Bernardo comenta que los troncos angostos de los árboles de eucalipto permiten a las compañías plantar más de 1.600 árboles por hectárea; más del doble de la densidad que las plantaciones de pino. Los eucaliptos también requieren el doble de recursos hídricos, los cuales son cada vez más escasos en Chile. La intensificación de la industria maderera a través de la selección de especies y la clonación está mejorando los resultados de Arauco. Sin embargo, sus costos sociales y ambientales son inmensos y de largo impacto. Reyes hace énfasis en que las más breves rotaciones y talas rasas asociadas, tienen un impacto negativo en la biodiversidad y sistemas hídricos regionales de la zona.
Los grupos locales como “Ética en los Bosques”, están trabajando incansablemente para restaurar los hábitats nativos en nacientes de agua críticas y promoviendo la restauración de sitios históricos como la Laguna Antihuala, un cuerpo de agua que se encuentra bajo un acantilado talado—rodeado de plantaciones forestales—y que ahora está en proceso de recuperación. Durante nuestra visita, la laguna se tornaba de colores café y rojo debido a los sedimentos que liberaban las plantaciones en medio de intensas lluvias.
Un poco más al sur, el turismo Indígena ha ayudado a promover la restauración de bosques nativos y la protección de ríos en el Valle de Elicura, cerca del Lago Lanalhue. Ahí, Manuel Maribur, un líder Mapuche de turismo Indígena, comunitario y sustentable, le presenta a los forasteros la riqueza de su propia cultura, lengua, música, y comida (incluyendo lecciones de cocina para preparar el condimento merkén). Maribur explicó cómo el turismo comunitario ayuda a promover la conservación ambiental:
“A través del turismo comunitario podemos convencer a la gente de cuidar mejor de sus recursos naturales porque son necesarios para conectar con la naturaleza y la conciencia de nuevo… somos nosotros—los indígenas Mapuche y el gran número de campesinos—que todavía estamos conectados a la naturaleza. Somos quienes cuidan de ella.”
Mientras que sus gallinas se refugiaron de la lluvia torrencial bajo los paneles solares que están en su patio trasero, Maribur acompañó a nuestro equipo de NRDC a monitorear una serie de ríos locales: Elicura, Calebu, Butamalal, Cayucupil, Curanilahue, y Carampangue. Estas cuencas—que varían geográficamente desde la campiña rural hasta los pueblos mineros de carbón—son a toda vista impactadas, no solamente por las extensas plantaciones de eucaliptos y pinos, sino que también por propuestas de proyectos de centrales hidroeléctricas de pasada en los ríos. De acuerdo con Reyes, los complejos hidroeléctricos son típicamente fragmentados en al menos tres distintas secciones de tres megavatios (MW) o menos, para que así las compañías de energía puedan evitar las regulaciones legales que les exigirían un estudio de impacto ambiental para una central de 10-MW de capacidad.
Mapuche significa “gente de la tierra”
Las industrias de la tala e hidroelectricidad que están extrayendo recursos en Nahuelbuta, niegan a los Pueblos Indígenas los derechos colectivos de la tierra, territorios y recursos que se establecen en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas del 2007. Sin embargo, además del saqueo de las tierras ancestrales y la escasez de agua para los residentes humanos, una gran variedad de especies raras o en peligro de extinción están actualmente amenazadas, como los zorros, venados, leones de montaña, ranas, aves, reptiles y flores, también nativos de las montañas Nahuelbuta. La esperanza de restaurar los bosques nativos y proteger estas especies endémicas y biodiversas reside en la protección de la tierra Mapuche y las alianzas de conservación de la sociedad civil.
Históricamente, las comunidades Indígenas que habitan la zona costera que va de lo que ahora es Bío Bío y Araucanía a la Patagonia, elaboraron un ”paisaje cultural náutico” al navegar los innumerables cuerpos de agua en canoas de madera. Ahora, los ambientalistas en la ciudad de Curanilahue están promoviendo los deportes recreativos como el kayak y rafting para ayudar a recuperar la relación con la naturaleza y “enaltecer la voz de los ríos”, tal como lo relata la organizadora local Claudia Cisterna. Como parte del festival anual llamado Nahuelbuta Libre, Cisterna y otros miembros de la comunidad se reúnen al pie de las montañas Nahuelbuta para monitorear el Río Carampangue, promover el turismo y elevar la conciencia respecto a la importancia de proteger los recursos naturales. Su meta es lanzar un nuevo programa para distribuir pasaportes para “Nahuelbutenses”: las personas que han jurado identificarse con el bosque una vez más.
Autor: James Blair – International Campaign Advocate NRDC (link)
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