Cuando nuestros antepasados recorrían el fértil valle de Cayucupil lo hacían sobre un terreno repleto de humedales a causa del clima nuestro querido sur de Chile. En nuestra cordillera las araucarias se entrelazaban con otros árboles como el raulí, hualle, avellanos, etc.
En nuestros días la acelerada propagación del pino insigne y el eucaliptus globulus tiene en espacios reducidos a nuestro bosque nativo. En Cayucupil encontramos alrededor de dos grandes reservas de este bosque en las laderas del norte del valle. Es ahí donde aun sobreviven estas especies e internarse entre ellas es una hermosa experiencia.
En la alta cordillera también encontramos reservas pero cada día la cantidad disminuye por la extracción indiscriminada de leña para la calefacción hogareña. Generalmente son las quebradas de los cerros quienes acogen la mayor parte de las especies nativas, puesto que son terrenos poco ocupados para la explotación forestal comercial por su dificil acceso.
De esta manera es deber de todos proteger la comúnmente llamada “madera chilena” sino lo mas probable es que perdamos una buena parte de nuestra historia con la desaparición de ellos.
En la alta cordillera también encontramos reservas pero cada día la cantidad disminuye por la extracción indiscriminada de leña para la calefacción hogareña. Generalmente son las quebradas de los cerros quienes acogen la mayor parte de las especies nativas, puesto que son terrenos poco ocupados para la explotación forestal comercial por su dificil acceso.
De esta manera es deber de todos proteger la comúnmente llamada “madera chilena” sino lo mas probable es que perdamos una buena parte de nuestra historia con la desaparición de ellos.
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