Las batallas siguieron sucediéndose una de otra y las escasez produjo que los españoles estuvieran cerca de 40 días sin comer un solo pedazo de carne por el constante peligro para trasladar productos entre los diversos asentamientos locales. Esto se acrecentaba ante la incomunicación generada con ciudades como Imperial y Valdivia desde Cañete lo que produjo que Don García enviara un grupo de soldados a traer los víveres necesarios de estas ciudades del sur.
De esta manera por la costa consiguieron atravesar sin dificultad tal como lo relata Ercilla:
“Aunque con riesgo, sin contraste alguno Los peligrosos términos pasamos, Y en tiempo aparejado y oportuno A la Imperial ciudad salvos llegamos, Donde a los moradores de uno en uno Con palabras de amor los obligamos No sólo a dar graciosa la comida, Pero a ofrecer también hacienda y vida”.
Canto XXVII de La Araucana
La vuelta era la mas complicada por la cantidad de enseres y cabezas de ganado que habían obtenido en su expedición al sur, por lo tanto debían acortar el camino, de esta manera la ruta principal que debía consolidarse era justamente el desfiladero de Cayucupil (Butamalal en la actualidad) y lo consiguieron cruzando el Río Cayucupil, también llamado Nuelas y que se transformaba en el Paicaví más adelante, ante esto Hurtado de Mendoza envió fuerzas castellanas en apoyo de los viajeros generándose uno de los combates mas fieros de los que se tenga recuerdo en nuestro valle, con triunfo de los españoles ante unos indios que de manera despavorida corrían entre los bosques tal como consigna Góngora Marmolejo, cap. 27, Mariño de Lobera, lib. II, cap. 7; y la formidable entrega de Ercilla en el canto XXVIII de su gran poema épico La Araucana.
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