sábado, 21 de junio de 2008

“Oiga iñor vamos al mingaco”

Este termino acuñado a través de los años nos representa el periodo de la cosecha que se concreta muchas veces con la ayuda de familiares y amigos. Una situación que se repite de generación en generación y que se continúa ejecutando en Cayucupil.

La actividad del mingaco va desde el sacar papas, explotar un pequeño bosque, la trilla, mover o construir una casa, etc.

Desde que despunta el alba las “cocineras” comienzan a tomar las ollas, los manojos de perejil, el rico zapallo, un saco de papas, etc. Y a la orilla de la “chacra” (si están cerca de casa en la misma) se disponen a esperar a los comensales que bajo un sol radiante ejecutan la tarea encomendada y que pasan el calor por mientras con la rica agüita con harina (que muchas veces cambian por agüita con malicia). El almuerzo es abundante para recuperar las fuerzas de la mañana y las carretas se comienzan a llenar para terminar en la tarde con un buen vituperio que de vez en cuando bota uno que otro cerco.

Esta actividad se prolonga uno o dos días, pero si la “chacra” es grande se puede prolongar por más tiempo.

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